Me costó tiempo entenderlo, fueron varios inviernos y un par de veranos, pero al final entendí que en otoño las hojas deben caerse, para que la primavera tenga razón de ser. Y, aunque fue otoño el que me dio vida, aprendí a refugiarme en el frío de enero, igual que aprendí a sofocar los fuegos de julio. Pero, abril…¿Qué hago contigo?
Abril
29 Dic 2015 Deja un comentario
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