Por eso

El cariño no es de quien lo recibe,

es de quien lo da.

Por eso desaparece

cuando no se devuelve.

Era la hora.

Era la hora de encerrarse fuera de casa, de acostarse tarde leyendo, de reír con los suyos. Sin extraños ni conocidos. Era la hora de levantarse con la mente en blanco y dormirse pensando en levantarse. La hora de quererse bien, aunque le faltara cariño, aunque el pasado le pisara los tobillos. Era la hora de ser consecuente, de aprender de los errores, de disfrutar de los vicios buenos y alejarse de los malos. Era la hora de diferenciar entre indispensable y dependiente, entre lo que es y lo que se cree.