Era la hora.

Era la hora de encerrarse fuera de casa, de acostarse tarde leyendo, de reír con los suyos. Sin extraños ni conocidos. Era la hora de levantarse con la mente en blanco y dormirse pensando en levantarse. La hora de quererse bien, aunque le faltara cariño, aunque el pasado le pisara los tobillos. Era la hora de ser consecuente, de aprender de los errores, de disfrutar de los vicios buenos y alejarse de los malos. Era la hora de diferenciar entre indispensable y dependiente, entre lo que es y lo que se cree.

Es de…

Es de sabios preguntar

Es de tontos no responder

Es de humanos tropezar

Es de vagos no levantarse.

Es de listos observar

Es de estúpidos ignorar

Es de inteligentes cuidar lo que se quiere

Es de imbéciles fingir lo que no se siente

Es de amigos no estorbar ni doler

Es de ruin lastimar porque sí.

Es de fieles estar sin verse, siempre omnipotentes

Es de veletas no estar ni estando presente.