Quiero que inventemos un nuevo acertijo,
donde no tengamos que dormir separados,
donde nunca sea nunca,
o (sea) siempre.
Donde desabrocho tu cara de malo,
y tú vas besando mis lunes enconados.
Un tiempo, con espacio indefinido,
que dure lo que duran los desayunos en tu ombligo,
los recuerdos que aprovechan para sonreírte,
entre lo eterno y lo perdido.
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