Algún día dejaremos de matarnos, y no hablo solo de la forma literal.
Algún día comprenderemos que la sociedad la conforman personas, que lo que somos es parte de un todo que conservar.
Algún día entenderemos que hay tantas culturas como tonalidades de pelo, que nadie es mejor que nadie, que todos somos diferentes, pero iguales en dignidad.
Algún día comprenderemos que nuestra libertad termina donde empieza la del resto, que si fuéramos consecuentes sobrarían las fronteras, en todos los sentidos.
Algún día seremos lo suficientemente fuertes como para no pisotear al débil, y lo suficientemente inteligentes como para no creernos superiores.
Algún día nos daremos cuenta de que la vida es un regalo que se termina, un tren que no vuelve, un café.
Algún día aprovecharemos lo que tenemos sin pensar en lo que tienen los demás, y nos alegramos de las victorias ajenas.
Algún día nos pararemos de verdad a pensar, y empezaremos a cambiar, en lugar de decir que hay que hacerlo.
Algún día aprenderemos a vivir sin matarnos poco a poco, y sin querer la muerte del otro.
Mientras tanto…
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