Mañana Sí

Ha vuelto a intentarlo, como todos los martes, porque los lunes son demasiado para ella. Ha respirado fuerte y ha echado toda las ganas en el tren de las 7, pero ha sido para nada.Ha llegado a tiempo de empezar justo un poco más tarde, quizás,  el cigarro de antes de entrar no debió fumárselo, pero el café se sentía solo en el estómago.Y llegó el mediodía y la sonrisa ya estaba a medias, un par de malas noticias antes de las dos y un ensayo de buenas tardes que no terminó de culminar antes de la hora de cenar. Entre visitas al pasado, futuros que se hacen de esperar y presentes de los que reniega, así pasan las paradas en el camino de vuelta.

Llega la noche, su parte favorita de la vida, donde ocurren la mayoría de las cosas buenas, donde la gente no te molesta con las malas, aunque tengas que rendirles cuentas a tus fantasmas. Hace el intento de las 12, pero siempre acaba dándoles las 3, y  sin respuesta. Como las buenas noches nunca llegan, rompe con los propósitos que juega e intenta creerse que mañana será un día diferente.Mañana sí.

Rock and Roll entre las piernas

Un domingo sin ánimo de perder,

la última copa sin alcohol,

una resaca que sienta bien.

Era una cita subrayada,

colonia de marca y chicle de menta,

era siempre mi mejor cara.

Un tren que no pesa,

cafés que saben a sábado,

Rock and Roll entre las piernas.

 

 

 

 

Todos los días

Se me olvidó dedicarle mi último viaje en tren y se enfadó. Yo, dedicada a devorar mi última adquisición literaria, ignoré las paradas que pasaban hasta que llegué a mi destino diario. Y al bajarme, y ver el enfado en forma de mensajes, pensé: ni hay nadie esperando en la estación, ni nadie vendrá a despedirme mañana, pero yo y mis libros vamos a seguir cogiendo este tren todos los días. Arranqué el coche hasta casa  y me acosté sin decir buenas noches.